EL MALDITO VIRUS FIFA.

Mientras escribo estas líneas estoy viajando rumbo a Paris para tomar cinco días de vacaciones y, además de reencontrarme con amigos, ver de nuevo a uno de mis más grandes amores: El Paris Saint Germain.

Las cosas han cambiado desde aquel lejano 2005 en el que un muchacho de 17 años se enamoró de un equipo elegante pero que no salía de media tabla añorando como objetivo primordial poder calificar a la Liga de Campeones. Hoy el PSG es una sucursal de Disneylandia futbolero en el que los mejores jugadores del planeta hacen que aficionados de todo el mundo viajen a París no solo a conocer la torre Eiffel sino poder ver en vivo a los capitanes de Argentina (Messi) y Brasil (Marquinhios), al mejor jugador del campeón del mundo Francia (Kylian Mbappe), a uno de los mejores defensas de la historia (Sergio Ramos), al portero y mediocampista de la actual campeona de europa Italia, sin olvidar también a la camiseta número 10 de Brasil y jugador estrella Neymar.

Sin embargo, esta especie de harlem globetrotters o cirque du soleil deportivo se ve amenazado cada determinado tiempo por el tembile “Virus FIFA”, que no es otra cosa que la sobreexplotación de los futbolistas entre los llamados a jugar con sus selecciones nacionales y un cada vez más cargado calendario en las ligas locales. A estas dos variables hay que sumar que por la pandemia las eliminatorias de las selecciones nacionales para clasificarse al mundial se detuvieron por casi 10 meses y los partidos se están jugando en fechas dobles y triples.

Muchos partidos y mucho dinero por facturar en muy poco tiempo encienden el debate entre las selecciones que dicen que son “el espíritu del futbol”, porque de FIFA depende la organización del mundial, mientras que las ligas más poderosas del mundo argumentan que son sus clubes los que forman y pagan el salario de los jugadores como para que las selecciones solo los pidan y no les importe el estado de salud del futbolista.

El mejor ejemplo es el mismo Messi, quien tras una lesión provocada en una fecha FIFA en la que jugó tres partidos en 10 días con Argentina en octubre, regresó con molestias musculares a París perdiendose dos juegos muy importantes para su club. El astro argentino terminó toda su rehabilitación sin jugar un partido con el PSG y regresó de nuevo a sudamerica para jugar contra Uruguay y Brasil.

¿Qué pensará el presidente del PSG de esto cuando además de Messi, en el partido entre Argentina y Brasil jugaron cinco de sus estrellas y regresarán a Francia cansados para jugar de nuevo sábado en su liga local y miércoles en la liga de campeones de europa?

Peor aún, ¿Es justo para los clubes que la FIFA quiera jugar el mundial cada dos años en vez de cada cuatro? ¿Dónde queda la voz de los jugadores y de los aficionados?

Tal vez este sábado cuando el Paris Saint Germain juegue contra el Nantes lo haga sin sus máximas estrellas. Yo en lo personal estaré contento de volver a uno de los lugares que considero mi casa y disfrutaré la experiencia que hacía hace unos años, pero no sé si el turista chino o japonés que estará a un lado de mí esté contento de viajar miles de kilómetros y no ver a Messi, Neymar o Mbappé en el campo.

El mundo del futbol deberá encontrar un punto medio para todas estas situaciones, pues la llegada de nuevos entretenimientos aunado a la sobreexplotación del producto ponen en riesgo el gran negocio que simboliza la industria del futbol.

Por lo pronto, Allez Paris!