
¿DE QUÉ ESTÁS HABLANDO?
La popularidad en política es más que veneno y antídoto. De hecho, muchas contiendas electorales, designaciones y nombramientos son espacios que se determinan por la popularidad de una persona. Para saber si alguien es popular, hay que analizar mucho más allá de la cantidad de personas que conocen o saben de su existencia. Hay que revisar si les cae bien, si le creen, si le confiarían un voto, etc. Por eso es que la imagen y la comunicación son tan importantes para alguien que busca tomar o mantener el poder.
En este camino de la difusión de agendas y principios políticos, encontronazos legales y discursivos, y escándalos, se crean y reciclan muchas narrativas. Fenómeno que ha acortado sus tiempos desde la explosión de plataformas como Twitter, que en México ha sido tomada como herramienta de diálogo, expresión y difusión de contenidos generados por usuarios “de a pie”.
El ritmo es tan rápido que nos ha generado un burn outnarrativo sin precedentes. Los discursos están hechos con ideas quemadas y sin un relleno sustancial que las sostenga. Aunque es cierto que en política hay pocas cosas no dichas o por decir. Nadie puede inventar el hilo negro, principalmente porque de hilos negros están hechos todos los escenarios políticos.

Lo que no me atrevo a diagnosticar es el origen de este burn out. Habrá voces qué digan que es porque hemos bajado el estándar intelectual de los discursos y de las figuras que apoyamos; pero la participación en la agenda mediática y en la vida pública de México es algo que no podemos seguir reservando a la élite. Y habrá otras qué digan que es porque a la ciudadanía no le interesa profundizar en los debates políticos; pero hablan de una ciudadanía uniforme qué no existe, sobre debates en los que pedimos un deseo cada vez que escuchamos un argumento bien hecho y sustentado.
Lo cierto es que en el intento por hacer los discursos y los mensajes más accesibles a toda la población, los han vaciado de contenidos útiles. Por eso es urgente que retomemos espacios de análisis y diálogo entre pares y dispares, sin importar qué tan institucionales y vinculante sean éstos, para que también sirvan las caguamas banqueteras o el churrito de maría en el patio de tu tía la hippie. Mientras llegan los discursos con mensajes más humanos y reales, nos vemos el próximo viernes.