
SENDA DE LA CORRUPCIÓN.
El próximo jueves 9 de diciembre, se celebra el día internacional contra la corrupción. Un día para recordar que la corrupción nos afecta en todos los ámbitos de la sociedad. La corrupción, vista como un fenómeno multidimensional que se manifiesta a través de distintas prácticas, se ha convertido en el modo de vida de muchos políticos, empresarios y ciudadanos.
Lo más común es escuchar diariamente en medios de comunicación que se descubrió un caso de nepotismo en tal oficina o que existió un abuso de poder para doblegar a algún sujeto, o que se utilizaron palancas para conseguir una concesión, una plaza, o un simple favor que, al final, se cobrará mucho más caro.
Por una primera vez, coincido con Andrés Manuel, en afirmar que la corrupción, de acuerdo con los indicios históricos, pudo haber iniciado en la época colonial con la llegada de los representantes de Indias y la prepotencia de los virreyes en el manejo sombrío de la hacienda. Mientras los criollos se sentían “dueños del país” a través de sus prácticas de sometimiento y desprecio a los indígenas de los distintos pueblos mesoamericanos, los gobernantes del primer virreinato en la Nueva España se saciaban con el botín de un pueblo con distintas culturas, tradiciones y costumbres.
Fueron los liberales, evidentemente muchos años después, quienes, reconociendo que el poder y el dinero corrompían a los hombres, quienes crearon una Constitución en donde se limitaban las fallas de un Ejecutivo despilfarrador o corrupto, a través de la creación de la Comisión de hacienda en la Cámara de Diputados, la Suprema Corte de justicia y una prensa libre.
También en la Revolución Mexicana estuvo presente con bombas y tarolas, actos inequívocos de corrupción. Por poner un ejemplo, el desvío de recursos del erario público a través del Banco Nacional de Crédito Agrícola a través de préstamos irrecuperables a diversos Generales.
El siglo XX estuvo marcado por una serie de personajes que mostraron un desinterés total para luchar contra la corrupción. Por mencionar algunos, López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas de Gortari y Zedillo, fueron protagonistas de la destrucción y ruina de organismos, programas, fideicomisos y presupuestos propiedad de todos los mexicanos.

Dando un brinco al inicio del siglo XXI, se da lo que muchos esperaban, un cambio de partido y gobierno en el poder. Fox llegaba con una alta popularidad, sin embargo, su sexenio se vio marcado por la compraventa fraudulenta de bienes inmobiliarios, el proceso de desafuero en contra de Andrés Manuel y los famosísimos contratos irregulares de Oceanografía y Pemex.
Con Calderón al frente, se atisbaba un cambio en el sistema electoral mexicano; no obstante, su cruenta batalla contra el narcotráfico, marcada por innumerables abusos de poder de las autoridades militares, las irregularidades en la construcción de la estela de luz y el inicio de lo que sería uno de los casos más sonados en materia de corrupción, el caso Odebretch.
Llegamos a un personaje que quedó en los libros de historia como, quizá, uno de los presidentes más corruptos de México, Enrique Peña Nieto. Desde la incógnita que se generó con la adquisición de la Casa Blanca, la triangulación de recursos públicos para campañas políticas de Javier y Cesar Duarte, hasta llegar a la punta del iceberg de un caso sumamente indignante, la Estafa Maestra (se estima que la afectación a las finanzas públicas fue de más de 7 mil millones de pesos).
Llegamos al presente, con Andrés Manuel López Obrador a la cabeza, se tiene el antecedente que marcó su administración como jefe de gobierno del Distrito Federal, en donde su excolaborador, René Bejarano, recibía fajos de billetes de manos del empresario Carlos Ahumada para operar diversas estrategias políticas. De igual manera, la liberación de Ovidio Guzmán causó revuelo nacional e internacional por la forma en cómo se doblegaron a las fuerzas armadas.
Históricamente, la corrupción ha fungido como un agente de acción en la sociedad mexicana. El papel de los medios de comunicación, las Fiscalías, las Secretarías de la Función Pública, los Órganos Internos de Control, Asociaciones Civiles, entre otros organismos e institutos, han permitido que la sociedad se documente e interese por el combate a la corrupción en nuestro país. Cierro esta columna con una reflexión de un gran poeta y ensayista mexicano, Gabriel Zaid, en donde nos explica que, la corrupción tradicional no desaparecerá y que la corrupción moderna es una simulación colectiva: es una mentira instituida como forma de vida pública. La corrupción va a desaparecer en la medida en que las decisiones de interés público pasen de la zona privada del estado a la luz pública. Cuando ganemos terreno para que los asuntos se vean en la luz pública, es cuando avanzaremos un paso en esta senda de la búsqueda del México que soñamos.