
LA DE CUARTISIMA (POR DONDE LA VEAS)
Por Alberto Emerich.
Los resultados tras tres años de gobierno de cuarta son garrafales. Seguimos teniendo un México ultraviolento y corrupto, más polarizado y con mayor pobreza.
Quizás el problema más grande para nosotros los mexicanos es la inseguridad que vivimos todos los días desde hace algún tiempo, esa que termina en violencia y después en impunidad; esa que nos hace sentir miedo cuando caminamos por las calles, tomamos un Uber o nos tomamos unas cervezas con nuestros amigos en algún bar o cochera. Asaltos, secuestros, homicidios y balaceras son el pan de cada día en nuestra caótica república.
Sabemos que Andrés Manuel al llegar al poder se encontró con un desastre de país, pero eso no le quita responsabilidad alguna de que estamos a la mitad de su gobierno y no vemos para cuando pueda cumplir su promesa de campaña de pacificar al país. De hecho, los datos dicen todo lo contrario, convirtiéndolo en el presidente mexicano con los peores índices de criminalidad en la historia de México.
Con un saldo de 40,000 homicidios en todo el 2020, es verdaderamente intranquilizante mencionar que las seis ciudades más violentas del mundo se encontraron en nuestro país, es decir, las que registraron más homicidios por cada 100,000 habitantes: Celaya, Tijuana, Ciudad Juárez, Ciudad Obregón, Irapuato y Ensenada. Y lamentablemente, los pronósticos de mejora en materia de seguridad para el año que acabamos de dejar atrás no son nada prometedores.

Esta semana, Cristal Valenzuela nos recordó en su columna “Si hablas, no respondo”, aquí en Politikmnte, que México tiene el bronce a nivel mundial de más asesinatos a periodistas, solo por detrás de Irak y Siria que están en estado de guerra. Y de nuevo, las cosas no pintan para bien en la dirección que vamos para quienes dedican su vida a comunicar lo que pasa en nuestra sociedad. México no se está pacificando.
Otra de las promesas incumplidas de Andrés es la de enderezar el rumbo de PEMEX, la empresa estatal que recibió el monopolio para explotar y administrar los yacimientos de petróleo de México en 1938 en el mandato de uno de los ídolos del presidente, Lázaro Cárdenas. Actualmente, Petróleos Mexicanos es una empresa improductiva y endeudadísima, consecuencia de las últimas décadas de pésima administración y corrupción, sin embargo, se supone que esto cambiaría con la llegada de Andrés o por lo menos así decidió engañar a millones de mexicanos.
Evidentemente, esto no ha pasado; la producción de petróleo en la empresa estatal mexicana sigue en picada y la deuda ha batido todos sus récords, posicionando a la compañía entre las 10 más endeudadas del planeta. Y como si fuera poco, el presidente esta dando marcha atrás a la reforma energética de 2013 que acabo con el monopolio estatal de PEMEX sobre el sector petrolero, abriéndolo a la inversión privada, lo que permitió que se completaron 9 subastas petroleras hasta que se paralizaron en julio del 2018 cuando Obrador ganó las elecciones.
Es realmente preocupante que el nacionalismo estatista del presidente esté ocasionando que muchos proyectos privados estén paralizándose y enfriando el progreso de cara a un futuro con energías limpias. Recordemos que la apertura al mercado energético atrajo multimillonarias inversiones de empresas privadas extranjeras, las cuales arriesgan su capital en explorar y extraer el petróleo para después entregar al gobierno mexicano más del 70% de los ingresos derivados por su producción, uno de los mayores porcentajes a nivel mundial. Todo esto sin que México invierta un peso. Pero esto no lo ve el presidente o más bien, prefiere vendernos la idea barata y equivocada de que “a los mexicanos nos están quitando el petróleo”.

Por otra parte, no olvidemos que el presidente actuó escépticamente sobre la pandemia en sus inicios y mandó constantemente mensajes peligrosos e irresponsables a los mexicanos, lo que también hicieron otros gobiernos populistas, “Privilegiaron la producción económica y sus proyectos políticos por encima de la salud de la población” comentó Raúl Rojas para El País.
Consecuentemente, el gobierno mexicano se dedicó a cucharear el número de personas fallecidas por coronavirus, recargándose en el optimismo del Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell y en el gran esfuerzo del cuerpo médico mexicano, que, a pesar de no contar con las mejores condiciones para llevar a cabo sus labores, han sido los verdaderos héroes de esta pandemia.
Hemos repasado: El gobierno del presidente no ha logrado poner al país en el camino de la pacificación, no ha ayudado a que PEMEX recupere su grandeza (si es que alguna vez la hubo) y está reprobado en su gestión de la pandemia. Esto por mencionar solo algunos temas de gran relevancia, porque la lista es larga y los resultados espantosos en la mayoría.
La realidad es que Andrés Manuel sigue siendo tremendamente popular y probablemente tendremos que aguantar otros tres años de mañaneras, en donde el presidente siga fomentando la división entre nosotros los mexicanos y continue mintiéndonos sobre los resultados de su administración.
Como decía el buen Dewey de Malcom el de en medio: “No espero nada de ustedes y aún así logran decepcionarme”. México es mucho más que esta transformación de cuarta.
