
CAMBIEMOS LA CANCHA.
Por Ana Quintero.
En memoria de Claudia Morales Acosta.
En unos días será 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. En los últimos años, esta fecha ha ganado popularidad en cada una de las corrientes del movimiento feminista, pues aglutina eventos, lanzamientos y marchas por todo el mundo. Afirmo sin temor a equivocarme que es la fecha mas importante para el movimiento feminista en esta parte del mundo.
Las feministas mexicanas han conseguido victorias políticas muy importantes en los últimos años, como la despenalización del aborto en varias entidades y reformas de paridad para garantizar nuestros derechos políticos; sin embargo, todavía tenemos urgencias respecto a nuestra seguridad y nuestro acceso a la justicia.
Nuestras urgencias para acceder a vidas libres de violencia no se van a atender por la buena voluntad de los hombres que conforman el Estado mexicano, con todo y que el gobierno federal se asume feminista. Por eso es tan importante que tratemos con el tema de la paridad como una victoria a la que hay que dar seguimiento puntual.

Si bien es cierto que ahora las mujeres podemos tener más representantes en cargos de elección popular y gabinetes ejecutivos, debemos estar alertas de lo que pasa con las mujeres que ocuparán dichos cargos, pues serán las que carguen el proceso de transición sobre sus cuerpos, su salud mental y sus carreras, principalmente porque se les exige demasiado desde todos los flancos; los hombres quieren que sean super mujeres, con la inteligencia de 10 varones, y la fuerza política de 15. Las feministas queremos que multipliquen las victorias políticas del movimiento como para irnos de vacaciones en dos semanas, ignorando que ellas también se enfrentan a un sistema cruel y patriarcal.
Los partidos políticos administran la paridad a través de grupos políticos internos en los que se espera lealtad, lo que puede dificultar acuerdos como el que hubo entre diputadas federales durante la legislatura anterior. Además, estos grupos están al margen de los estatutos y las leyes, lo que facilita la exclusión de las mujeres en la toma de decisiones, aun cuando ellas ocupan los cargos sobre los que recaen dichas decisiones.

Hacer frente a estas dinámicas del poder patriarcal no es sencillo. Es necesario que las mujeres políticas coloquen como prioridad la construcción de espacios de cohesión con otras mujeres, y que al menos, no contribuyan con la reproducción de la exclusión de otras.
Aquí es donde toma sentido la generación de espacios separatistas para que las mujeres políticas estén en condiciones de conectar y acuerparse unas a otras. ¿Saben qué espacios los hombres nunca pelearán ni sabotearán? Los espacios de cuidados. Cambiemos la cancha del juego y construyamos poder de decisión desde la cocina, para que ninguna gobernadora vuelva a tener calumnias de renuncia y mucho menos hambre. Mientras nos ponemos de acuerdo para saber cuándo y dónde empezamos, nos vemos el próximo viernes.
