
LOS PARTIDOS POLÍTICOS ESTÁN SECUESTRADOS.
Por Ana Quintero.
Los partidos políticos son la figura más importante en nuestro sistema político, porque nos guste o no, son la vía rápida para acceder al poder y a la toma de decisiones de manera directa y expedita.
Los partidos mexicanos arrastran la tendencia de estar construídos alrededor de uno o unos cuantos personajes que, poco a poco, se van convirtiendo en leyendas, y por ende en el canon militante por excelencia. En el caso del PAN se trata de Manuel Gómez Morín, aunque para los casos de rebeldía podemos recordar a Manuel Clouthier del Rincón; Para el PRD son Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo, Heberto Castillo e Ifigenia Martínez; los contemporáneos son Dante Delgado con su Movimiento Ciudadano; y claro que Andrés Manuel López Obrador con Morena. Este fenómeno lo podemos apreciar en lo local con el Partido Sinaloense, que está hecho por y para Héctor Melesio Cuén.
Admirables o no, personajes democráticos o no, al andar han creado caminos que han seguido decenas de políticos notables, lo cuál es un problema que amenaza a nuestra democracia en ciernes.
¿Hemos bajado la guardia en la lucha democrática? No sé. Lo que sí sé es que, encima de tener que cargar con un canon, militar es insostenible e incompatible con el estilo de vida precarizado y acelerado que heredó nuestra generación.
Ahora que la democracia mexicana goza de las mieles de la consolidación de los partidos políticos y el sistema electoral que tenemos, existe la oportunidad de analizar los sistemas (tanto formales como informales) para participar en política y acceder a la toma de decisiones; y apropiarnos para transformar estos sistemas, que hoy en día privilegian unos perfiles sobre otros, lo que hace que la participación realmente democrática sea una locura al borde de la utopía.

Hagamos un ejercicio hipotético. Supongamos que un día nos levantamos con ganas de tomar los partidos políticos por asalto; nos afiliamos y nos involucramos en la vida interna así sin más recelo, o incluso creamos nuevos partidos. Supongamos también, que derrocar el canon militante no tomaría décadas de esfuerzo de cientos o miles de personas; que el simple hecho de afiliarse y militar no conlleva apestarse socialmente a una misma, y a nuestras causas personales. Además, hay que sumar el reto que son las dinámicas partidistas, porque nos privarían de nuestro tiempo libre, nuestras horas de descanso, nuestros recursos disponibles para el ocio y, porque nada de lo anterior es suficiente para alimentar al monstruo del canon, nuestro tiempo disponible para los cuidados. A las mujeres, de paso, nos toca elegir entre mantenernos a salvo o arriesgarnos a ser víctimas de violencia sexual, laboral y política, por el simple hecho de decidir participar.
Los partidos políticos están secuestrados y si no nos movemos ya, no nos va a alcanzar para el rescate. ¿Te parece fatalista? A mí me resulta fatalista darme cuenta de que no estamos haciendo nada para garantizar que la participación política no esté, nunca más, sometida a un canon utópico que ya no tiene sentido, y mucho menos es sostenible para nuestras vidas, capacidades y necesidades como seres humanos. Por eso, mientras nos ubicamos como sujetos políticos que se organizan para evitar que el poder se siga concentrando en las mismas manos de siempre y obedeciendo a los mismos intereses privados que ya todos conocemos, nos vemos el próximo fucking viernes.
