PERFECTAMENTE IMPERFECTA. VOL. 1

Por Cristal Valenzuela.

Iniciar esta columna hace un año hubiese sido casi imposible para mí, hoy a través de mis palabras espero poder contarles algo que viví, estoy completamente segura que alguien más se sentirá identificada o identificado, es un tema extenso que será divido en dos partes, donde busco empatía con quienes viven o vivieron un Trastorno de Conducta Alimentaria.

En México hay 22 mil casos anuales de trastornos alimenticios, principalmente en jóvenes de entre 13 y 18 años de edad. Destacan la anorexia nerviosa, la bulimia y comer compulsivamente, que afectan más a las mujeres que a los varones, en proporción de nueve a uno.

Fue hace unos años cuando personalmente me tocó vivir un TCA el miedo a la comida, el miedo a las grasas, a las calorías y a todo aquello que según yo me haría subir peso, los sentimientos de culpa por que había comido cosas que no debía y la manera de compensar lo que “había hecho mal” haciendo excesivo ejercicio o comiendo menos de lo normal, anorexia nerviosa.

Fue así como descubrí el trasfondo de todo esto y circunstancias de las que poco se habla. Si tan solo las personas dimensionaran el sin fin de cuentas de twitter, portales, donde les enseñan a las personas a vivir con sus respectivos trastornos, donde hacen grupos para hablar del tema y te “aconsejan” cómo llevarlo a cabo sin que las personas lo noten, los auto castigos si llegas a comer demás, horarios, que alimentos son más sencillos de digerir y desechar, es impresionante la cantidad de información que puedes encontrar, prácticamente es ver tutoriales para morir, porque deben saber que un trastorno alimenticio te puede llevar a la muerte.

Una de las cosas que más me sorprendió y yo creo me sigue sorprendiendo hasta el día de hoy es lo excesivamente normalizado que es padecer un TCA, la infinidad de personas que he sabido que padecen una y el hecho de que realmente lo ven como algo muy cotidiano.

¿En qué momento gordo y flaco se convirtieron en ofensa o halago? Los TCA vienen de traumas, baja autoestima, presión social, el concepto de “belleza” que nos han proporcionado, o las publicidades con las que NO estoy de acuerdo, “Come sin culpa”  mientras te ofrecen un producto bajo en grasa. Si bien no culpo a los estereotipos como el máximo influyente en los desórdenes alimenticios, si considero que han sido parte de la problemática. Debemos ser responsables con nuestra capacidad de captar información positiva.

La ayuda profesional es parte fundamental para reconocer que tienes un problema y que no es normal vivir pensando en que comida te sube de peso y cual no, no es normal sentir culpa cuando comes algo demás, no es normal creer que existen alimentos “prohibidos”. ¿Sabían que existen personas que dejan de asistir a eventos o reuniones por miedo a tener que comer ahí algo que se sale de su régimen alimenticio?

Una vez escuche a alguien decir que los trastornos alimenticios nunca se curaban, NO ES VERDAD, claro que puedes dejar de vivir con TCA, claro que puedes salir de eso, es cuestión de aceptar y entender que vivir así no está bien.

El aceptarnos es fundamental en este proceso, es complicado, no solo es decir “me quiero, me acepto” y ya, cuesta trabajo, conocerte, entenderte, disculparte contigo mismo por las veces que le hablaste a tu cuerpo con coraje y tristeza, entender que al final del día siempre nos tendremos a nosotros mismos y sanar esa relación que tanto tiempo se fracturó, si se puede.

En busca de la perfección descubrí que mis imperfecciones son correctas, son parte de mí y de mi historia, tuve que ayudarme para ayudar, aceptarme para aceptar y quererme para querer. (Continuará)