
¿Y LOS DERECHOS DE LAS NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES?
Por Francisco Ponce de León.
Fue en el ciclo 2007-2008 cuando el Programa de Escuelas de Tiempo Completo (PETC) inició sus operaciones. El principal objetivo fue contribuir a mejorar las oportunidades de aprendizaje de los alumnos de educación básica mediante la ampliación del horario escolar. La hipótesis era que la ampliación de la jornada escolar a 8 horas ofrecería una propuesta pedagógica innovadora y flexible que desarrollaría una formación integral y competencias a lo largo de la vida.
Se tomó la decisión de iniciar el PETC con 441 escuelas ubicadas en 15 entidades federativas, y para el ciclo 2012-2013 se contaba ya con 6715 ETC en las 32 entidades federativas. Lo anterior generó que se realizaran reformas a la Ley General de Educación con el propósito de que la modalidad de tiempo completo se implementara, también, en las escuelas primarias a nivel nacional. Sin duda alguna, la adopción de este programa educativo fue reconocido por organismos internacionales como la UNESCO y la OCDE.
Fue así como se atendía uno de los grandes retos que enfrenta el sistema educativo en México, la de reducir las diferencias de aprendizajes entre estudiantes pobres y no pobres. Ha sido en múltiples textos, en donde Rafael de Hoyos nos explica cómo el sistema educativo tiene a reproducir las desigualdades de origen y por lo tanto se tiene una contribución limitada sobre la movilidad social. Si traducimos lo anterior a números quedaría de la siguiente manera; 5 de cada 10 niños en la escuela de baja o muy baja marginación están en la categoría de insuficiente de acuerdo con los resultados de la prueba PLANEA 2015.
El PETC había tenido un efecto positivo en el aprendizaje de los alumnos. Se puede visualizar, a través de un estudio del Banco Mundial, que los puntajes en las pruebas estandarizadas ENLACE y PLANEA aumentaron tanto para los alumnos en escuelas de alto o muy alto grado de marginación como aquellos que no tenían ningún grado de marginación.

Todo lo que se había avanzado durante 13 años quedó en el olvido a través de un acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación el pasado lunes. La Secretaría de Educación Pública(SEP) hizo oficiales las reglas de operación para “La Escuela es Nuestra” para el 2022, que, a su vez, elimina todo lo relacionado a las escuelas de tiempo completo.
Quedaron a la deriva la educación y alimentación de 3.6 millones de niñas, niños y adolescentes que ya no podrán ser formados integralmente en el horario extendido que ofrecían las escuelas pertenecientes al programa. Las ocurrencias y prioridades personales tuvieron, en este caso, un mayor peso para el Presidente de la República al ordenar la desaparición del programa. Si bien, este programa beneficiaba en gran parte a la población con mayor rezago educativo, en un futuro ya no podremos decir que los alumnos desfavorecidos tendrán una menor desigualdad del ingreso y una mayor movilidad en el futuro.
Esperemos que las autoridades educativas locales sigan con el compromiso que han tenido a lo largo de estos últimos años en destinar un recurso estatal para dar continuidad el programa. Ya lo mencionó el Gobernador Rubén Rocha Moya al cuestionar enérgicamente la eliminación del programa, justificando que cuando fue senador llegó a reclamar un presupuesto justo para el PETC.
Ahora esperemos que sea a través de la Secretaría de Educación Pública y Cultura que se elabore un plan detallado de la situación particular de cada escuela y no olvidar a los 128 mil 133 alumnos que quedarían desamparados educativamente hablando.
