A LA MADRE DE MI MADRE.

Por Cristal Valenzuela.

Hace un par de meses leí un artículo en redes sociales que me dejo pensando mucho, uno de esos pensamientos era la fortuna que tenemos las mujeres ahora de elegir a nuestras parejas. Años atrás existían métodos ciertamente crueles por los cuales obligaban a las mujeres a contraer nupcias con alguien.

Me genera conflicto si quiera pensarlo pero, ¿cuantas de nuestras tías no fueron obligadas a casarse? Incluso nuestras abuelas, en el caso de la mía, a sus 14 años se vio obligada a compartir su vida con un hombre al cual probablemente nunca amó plenamente, pero que su circunstancia la hizo creer que sí, destaco que ella corrió con la suerte de encontrar en mi abuelo un hombre responsable y que la ayudó, sin embargo convertirse en ama de casa a sus 14 no fue fácil.

Ahora pensando en más mujeres que pasaron por algo así, muchas de ellas vivieron el ser amas de casa sin apoyo de su pareja, tener más hijos de los que posiblemente aspiraban. A través de todo esto entendí muchas actitudes de mujeres mayores, actitudes que no podemos obligarlas a dejar porque su creencia está vinculada a lo que ellas vivieron.

Dentro de todo esto, supongo que fueron muchas voces las que dijeron “YA NO MÁS” las que decidieron romper ese esquema familiar antiguo donde se les decía con quién hacer su vida, donde las vendían, donde se las robaban, donde minimizaban el sentir de alguien.

Es por esas valientes mujeres que decidieron romper la antigua ideología, que hoy, tanto tú, como yo, podemos elegir con quien estar, podemos decir “NO QUIERO ESTO” y es ahora nuestra responsabilidad y nuestro compromiso seguir luchando por nuestros derechos y por los derechos de futuras generaciones.

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