ENCONTRÉ GOBERNADOR.

Por Ana Quintero.

El 20 de noviembre del 2021 escribí una columna en la que yo buscaba gobernador. En ese texto dije que Rubén Rocha Moya había comenzado su mandato como un gobernador marcado por el sello de Morena. Pedí que tuviera una identidad propia, que antepusiera su identidad, que se plantara como el político de trayectoria que es; en fin, que no permitiera que el movimiento obradorista le borrara la personalidad.

Hoy confirmo que hay que tener cuidado con lo que pedimos.

El juicio político contra el alcalde de Culiacán Jesús Estrada Ferreiro y la destitución del hoy ex secretario de salud, Héctor Melesio Cuén, me dejan claro que nadie se va a interponer en el camino de Rubén para que para ejerza su liderazgo y sus funciones como gobernador. 

Se entiende que el alcalde de Culiacán puede llegar a ser muy incómodo con la prensa, con la base y que, en términos generales, es muy poco compatible con el juego de lo simbólico que tanto se cuida desde la cuarta transformación; por lo que tiene sentido que quieran distanciarse de él. 

Pero el despliegue de poder se pone mucho más interesante con el caso del líder todopoderoso del PAS. Para nada sorprende que la ruptura venga de frente; lo que sí sorprende es que haya utilizado algo tan delicado como el asesinato de un periodista, o algo tan mañoso como tecnicismos jurídicos para deshacerse del socio incómodo. 

Estos dos casos comparten, no solo al autor intelectual, sino un sello morenista por excelencia: el discurso que, cuando mucho, se recarga en acciones que serán superficiales hasta que den resultados concretos y positivos para todas y todos.

Hasta el momento, muchas columnas y editoriales han publicado pronósticos de esta reconfiguración tan interesante que vemos rumbo a las elecciones presidenciales.

Mientras los señores se echan las cartas unos a otros, yo les voy a recordar que, con todo y la iniciativa de ley para proteger periodistas y personas defensoras de derechos humanos, seguimos en medio de una crisis de seguridad y violencia en la que todas las personas somos víctimas potenciales. Y abusando de la confianza, voy a sostener que el gobernador que Sinaloa necesita, además de ser un líder indiscutible, es humano y no usa su poder para promover intereses personales, sino en procesos que son urgentes para Sinaloa.