SE SIENTE LA TRANSFORMACIÓN.

Por Ana Quintero.

Descanse en paz Luis Enrique Ramírez.

Condeno la ineptitud de las autoridades y exijo justicia para cada periodista víctima de asesinato.

¿Y ahora qué pasó? Pues que asesinaron a otro periodista; a Luis Enrique Ramírez, quien por cierto, en 2015 puso el dedo en la llaga preguntando de qué iban a hablar las y los comunicadores sinaloenses si no podían hablar de la clase política. El contexto de esa pregunta tan acertada fue una ola de asesinatos contra periodistas que, en palabras de Luis Enrique, compartían un patrón con el que él encajaba; una de las características de dicho patrón era que ellos no hablaban del narco, ni para bien ni para mal. Ese dato es importante porque todavía solemos pensar que, aunque lamentable, encontramos explicación en el asesinato de periodistas que se meten en temas delicados, lo cual está lejos de ser correcto.

Tanto el asesinato de periodistas y activistas, como los feminicidios, comparten el hecho de estar llenos de estigmas. A las autoridades les encanta compartir interpretaciones, conclusiones apresuradas y prejuicios a modo de explicación: la mataron porque andaba en la fiesta, sola y ya tarde. Lo mataron porque andaba investigando un tema delicado. Los mataron porque después de la manifestación se juntaron con fulano. Lo mataron porque dijo algo que al capo poderoso no le gustó. La mataron por andar preguntando…

¿Les parece que eso les hace menos responsables como autoridad? Yo creo que no.

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Lo cierto es que no importa qué clase de ideas tenía, qué tipo de investigaciones hacía y qué información tenía en su poder o había utilizado Luis Enrique, nadie merece ser asesinado. No hay explicación ni justificación que alcance para deslindar a las autoridades por el asesinato de absolutamente nadie.

Este lamentable suceso pone de manifiesto que no importa de qué hables, en qué te metas, con quiénes y cómo andes, la crisis de seguridad y violencia es tan grave que tu cuerpo puede ser encontrado sin vida cualquier día. No es normal, no está bien y no deberíamos conformarnos con explicaciones que, francamente, saben a mierda. Sí, sí lo dije, y sabes perfectamente que aunque quieres ser optimista y sonreír, la vida últimamente nos sabe a mierda porque aunque tiene sentido, es inaceptable que estemos en riesgo de ser víctimas de asesinato por razones tan absurdas.

Si este país se está beneficiando de una transformación política profunda, progresista y feminista, ¿Por qué nos están matando a las mujeres? ¿Por qué las juventudes desaparecen? ¿Por qué se persiguen y asesinan periodistas? ¿Por qué todas y todos tenemos que andar por la calle en estado de alerta?

Me gusta reconocer los aciertos del grupo y del hombre gobernante; jamás me he considerado anti cuarta transformación, pero más allá de dar respuestas frívolas y compartir discursos humorísticos que no vienen a tono, no han hecho nada por la crisis de seguridad y violencia. Mientras las autoridades responden con hechos que den resultados positivos, nos vemos el próximo viernes.

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