WHATSAPP DE PLATÓN PARA NUESTROS POLÍTICOS.

Por: Erles García Castro

Referirnos al arte es referirse a las creaciones humanas por medio de las cuales los sentidos se deleitan en un plano superior, de tal forma que el alma o el interior de la persona se deleita con la belleza o las expresiones estéticas materiales o inmateriales.

Escuchar una perfecta conminación de sonidos al compás de un ritmo hace que nuestro sentido del oído se deleite con una buena música, más si ésta mueve el alma y provoca interiorizar ese momento.

Ver la belleza de un cuadro, o simplemente una imagen perfecta donde quiera que esté, provoca una satisfacción a nuestro sentido de la vista, de modo que también hace una conexión con el alma, moviendo a deleitarse más allá de los sentidos.

Degustar de unos alimentos preparados con especias perfectamente combinadas provocan en el paladar una satisfacción que detiene en ese momento a la persona, provocando que sólo se concentre en la degustación de ese arte, el arte de combinar sabores.

Hacer o crear arte lo podemos encontrar en un sin fin de situaciones de la vida cotidiana, pero ¿verlo en la política? Éste, era el ideal del filósofo Platón.

En su libro el Gorgias, Platón pone en boca de Sócrates las siguientes palabras: “creo ser uno de los pocos atenienses, que examina el verdadero arte de la política, y el único entre sus contemporáneos que la practica”.

Para Platón el verdadero arte de la política es aquél en el que se cuida del alma y la convierte en lo más virtuosa posible. Su ideal es, que el político se trasforme en filósofo para construir la verdadera ciudad, en la que el Estado es el fundamento sobre el supremo valor de la justicia y del bien.

Dicho en otras palabras, Platón concebía la política como la actividad por la cual se gobernaba de tal forma que las acciones o actuar del político era un arte, conjugando la justicia y el bien para dar como resultado el buen actuar de ciudadanos y gobernantes.

En esta referencia histórica la finalidad del político consistía en llegar a conocer y contemplar el Bien, el máximo conocimiento, en una fase posterior plasmar en sí mismo el Bien, con el objeto de implantar más tarde el propio bien en la realidad.

Etimológicamente la palabra política viene exactamente de la expresión griega “politiké”, la cual significa el “arte propio de los ciudadanos, el arte de la sociedad, el arte de las cosas del Estado”.

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La concepción griega de la política era, el de actuar o hacer del gobierno una forma en la que combinando la justicia y el bien se llega al Estado ideal, aquel donde la ciudadanía está gobernada por personas dotadas del conocimiento necesario para hacer el bien, no para servirse del puesto, ni para hacer carrera, mucho menos para conseguir favores o bienes, de hecho, el político debía ser una persona rica en conocimiento y sabiduría, pero sin posesión de bienes materiales, la idea es, una especie de vocación de servicio que tiene como objetivo llevar a la sociedad la implantación de la ciudad platónica, iniciando en el interior del ser humano.

Mucho rollo, mucha teoría, pero también mucha verdad. Sabemos que el ideal platónico era imposible de lograr, pero no deja de ser un aprendizaje que se ha utilizado de forma multidisciplinaria, tanto en filosofía, ética, política, literatura, psicología y religión, entre otras muchas disciplinas.

Imaginemos que los “políticos” de la actualidad llevaran impreso en sus ideales el actuar de una forma como la propuesta por el filósofo griego, por lo menos en un grado menor. Ciertamente que nuestra sociedad sería de una manera inimaginable.

La realidad de nuestros tiempos, es que la mayoría de los políticos de hoy, son de una forma contradictoria a la idea platónica, en vez de servir buscan servirse.

Lo platónico no necesariamente lo debemos asociar a lo imposible, sino más bien a lograr una tendencia a la consecución de un bien, el bien de la sociedad, el bien del Estado.

¡Qué bien les caerían unas clases de Platón a los políticos actuales!, muchos dejan que desear en su formación académica, o en sus conocimientos mínimos necesarios para llevar a cabo sus responsabilidades como servidores públicos en funciones.

Lástima que no se pueden comunicar con Platón por whastapp, para pedirle un consejo de cómo ser mejores funcionarios, o para ser agregados a un grupo donde enseñe a servir, y no servirse del puesto.

En la actualidad, la palabra política lleva a las personas a pensar en una actividad que se lleva a cabo en algún tipo o nivel de gobierno, en donde son pocas las personas que tienen el privilegio de estar, y por ende, conseguir mucho bienestar personal.

No estaría nada mal, que los partidos políticos para otorgar candidaturas a cualquier puesto en el servicio publico, como requisito mínimo, exigieran un curso del ideal platónico, o unas nociones básicas sobre la política que de verdad vale la pena, o por lo menos, que alguien les compartiera por whastapp las ideas elementales de la política concebida por el gran filósofo griego.

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