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ESTE ES MÍ ESPACIO.

Por Adrián Espinosa.

Hace algunas semanas se viralizó el tema de la eliminación de rotulos en la Ciudad de México, llevada a cabo por la alcaldesa de la Alcaldía Cuauhtémoc Sandra Cuevas. Es curioso que la atención de la alcaldesa esté centrada en algo así, o en todo caso, que sus prioridades estén jerarquizadas de esa forma, cuando tal vez habría cosas más importantes que atender en la Alcaldía, como la seguridad o la vialidad, por ejemplo.

De igual forma hace 1-2 semanas se difundió otro video en el que una ciudadana criticaba la instalación de un antro “tipo Insurgentes Sur” en medio de Polanco, una zona de clase media alta y de gran poder adquisitivo, al poniente de la CDMX. La susodicha hacia énfasis en la estética y la música del establecimiento, objetando que no era “digno de la zona” y que más bien “pertenecía” a otro lado u otro segmento poblacional, la emisora, en otras palabras, estaba tildando sutilmente al lugar de “naco”.

Ambos ejemplos son interesantes para analizar el tema del espacio público y qué se puede o no, hacer con el. Probablemente Sandra Cuevas esté de acuerdo con la mujer que aparecía en el video aquel de Polanco, tal vez por eso mandó a eliminar los rotulos de los puestos de tortas. ¿Qué daño pueden provocar unos rotulos estampados en unos puestos de tortas? ¿De qué manera podrían llegar a “afear” la ciudad? ¿Por qué, seguramente, Cuevas los consideró de “mal gusto”?

Hacer este tipo de consideraciones es algo completamente subjetivo, en ningún lado está escrito que es bonito y que es feo en términos del espacio callejero (o de cualquier otro asunto). Esto recuerda a los impulsores de la dicotomía alta y baja cultura, un discurso que impulsa la polarización: ir al teatro a ver la Ópera o a la Orquesta es de buen gusto, pero asistir a un evento de reggaetón o de salsa es de baja cultura, “digno” de la base de la pirámide.

Si siguiéramos el razonamiento de SC – desaparecer todo el paisaje público y las expresiones artísticas públicas que forman parte del contexto callejero – tendríamos que eliminar todos los graffitis, los murales callejeros, los posters pegados en los postes, incluso si me apuran, toda la publicidad como espectaculares, publicidad electrónica, carteles, etc.

¿Quién dicta las reglas del espacio público? Bueno, aparentemente, el estado, pero uno tiene la libertad de hacer con el lo que le plazca, mientras no se destruya propiedad pública o privada, o se amenace con alterar el orden público, el espacio público debe de ser un escenario para la libre expresión de la personalidad, no debe ser objeto de censura como la impulsada por la Alcaldesa.

De acuerdo con Bauman, “el espacio público no es mucho más que una pantalla gigante sobre la que son proyectadas las preocupaciones privadas sin dejar de ser privadas ni adquirir nuevos valores colectivos durante el curso de su proyección: el espacio público es donde se realiza la confesión pública de los secretos e intimidades privados” (tomado de www.mediocracia.wordpress.com)

Para algunos, unos individuos tienen más -derechos- sobre otros en cuanto al espacio público por el simple hecho de pagar sus impuestos, un recurso retórico utilizado comunmente por la derecha mexicana, usualmente acompañado de un menosprecio generalizado por el comercio informal, a los que urgen para que se formalicen, ignorando que los requisitos burocraticos para la pequeña y mediana empresa para la regularización suelen ser enrredosos, costosos, laberinticos e interminables.

Aunque los congratulo por pagar sus impuestos y cumplir con sus obligaciones como ciudadanos, no es adecuado usar el tema tributario para hablar de algo como el espacio público, que debe ser sinonimo de libertad, expresión, arte, cultura, desarrollo y comunidad. Bajo ese mismo argumento tributario, serían capaces de eliminar a todos los indigentes de las calles, lo cual sería una barbaridad.

Como menciona Steven Flusfy: “Los espacios públicos tradicionales son remplazados cada vez más por espacios poseídos y construidos por entidades privadas (aunque frecuentemente con subsidios públicos) destinados a la congregación administrada del público, es decir, espacios para el consumo.. el acceso depende de la capacidad de pagar, aquí reina la exclusividad, que asegura los altos niveles de control necesarios para impedir que la irregularidad y la ineficiencia entorpezcan el curso pacífico del comercio”

Esto es un botón de muestra que todavía como país estamos a años luz de planeaciones urbanas sustentables y con responsabilidad social, aunque la CDMX cuenta con una red gigantesca de ECOBICI, sin embargo el resto del país está en pañales sobre ese tema.

Irónicamente, Cuevas (funcionaria pública) se rige mucho por la lógica privada, así como la ciudadana del otro video mencionado. Según su razonamiento, algunos negocios con desechables y prescindibles, mientras que otros deben ser dignos de alabanza porque están apegados a la regla y a la economía formalizada, ergo deben de fomentarse (corporaciones, empresas grandes, trasnacionales) mientras que la pequeña y mediana empresa no deben ser apoyadas, sino suprimidas, por el bien del paisaje público y de la imagen de nuestro país, amén.

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