
SONRISAS DE UN NIÑO.
Hace ya algunas semanas tuvimos la oportunidad de entregar apoyos que estuvimos colectando como equipo para casas hogar del Estado de México. La experiencia nos hizo reflexionar mucho sobre las distintas causas que deben combatirse para que los pequeños tengan una vida digna, una familia digna y una educación digna.
Desafortunadamente en la actualidad nuestro país ha relegado el interés por el bienestar de los pequeños y sus derechos fundamentales como lo son: una educación de calidad que desarrolle sus capacidades, así como espacios seguros para desempeñarse de la mejor manera. Por el contrario han desaparecido escuelas de tiempo completo que en la mayoría de los casos son indispensables, para los padres que deben trabajar largas jornadas para llevar el sustento a casa, proporcionando de igual manera la oportunidad de que los pequeños pudieran ingerir sus alimentos en las escuelas. Del mismo modo se plantea modificar planes de estudio “neoliberales”, para en su lugar obtener una educación adoctrinada que está lejos de proporcionarles herramientas útiles para su futuro.
En nuestras visitas pude reflexionar sobre el debilitamiento de los valores sociales, mismos que como todos sabemos se han visto modificados por los avances tecnológicos, que permitieron que distintas corrientes del pensamiento influyan en nuestras percepciones de lo que es correcto. Claramente una tarea fundamental en los hogares es fortaleces esa estructura llamada “familia”, que debería ser el refugio mental o emocional de los pequeños ante los embates de una sociedad acelerada, que ha sido afectada de la misma manera por una pandemia que nos obligó a permanecer encerrados.
Creo que el momento más emotivo fue ser recibidos con sonrisas, platicas y juegos que nos dejaron esa sensación, de que somos responsables de un futuro por el que hoy debemos levantar la voz; niños y niñas que sueñan con un mejor porvenir, a ellos nos debemos y les debemos como nación.
Hemos perdido esa capacidad de creer que mejores tiempos vendrán, prisioneros en la cotidianidad de nuestros trabajos y de gobiernos indolente que únicamente utilizan en el discurso a los niños pero los olvidan, porque claro está que ellos no pueden votar aún. Sin embargo, pienso que como sociedad somos igual de responsables hoy de lo que queremos como país mañana, cada uno de los niños y niñas mexicanos formaran parte de la sociedad que seamos capaces o incapaces de construir. Por este motivo, es momento de luchar por sus derechos a prepararse, a tener una familia que los proteja y a que la normalización de las injusticias en un país que se torna indolente no borre sus sonrisas.
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