
A TÍTULO PERSONAL
La semana pasada y a lo largo de este año he tenido la oportunidad de asistir a distintos foros, eventos, debates o ejercicios parlamentarios donde pude enriquecer mi criterio con ideas distintas a las mías. En éste sentido quiero referirme a esos perfiles jóvenes o nuevos que se autodenominan oposición al actual gobierno, con argumentos de derecha que lejos de ser un diferenciador innovador en la política, los acerca al viejo régimen.
Estos aspirantes a opositores en su mayoría de la autodenominada “nueva generación de políticos” comparten cierta admiración por “El gobernador influencer” que confunde cercanía con el pueblo y popularidad mediática; corrompiendo los labores del poder ejecutivo de su estado y lo convierte en un circo donde se deslindan responsabilidades adquiridas o se culpa a otras administraciones, como ya mencioné esto último ya es una generalidad en algunos políticos de la vieja o nueva escuela.

Los “nuevos políticos” de derecha, no se han alejado de los viejos dogmas, critican a discreción pero no buscan construir proyectos verdaderamente participativos sino tener popularidad en redes sociales; como sus predecesores, tampoco conciben la idea de que oponerse no es estar en desacuerdo con todo, sino tener un proyecto alternativo, diferente e innovador que demuestre con hechos que en ellos está el verdadero cambio.
Me parece preocupante que no podamos entender lo que la derecha radical ha significado a través de los años a nuestro país y nuestra América latina; descalificar las posturas de izquierda confundiéndolas con regímenes dictatoriales, nos hace perder de vista una idea clara y consistente. ¡Primero está el bienestar de todas las personas!
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En un país del tamaño económico como el nuestro, diverso en cultura y población. Requerimos verdaderamente conocer las necesidades latentes del pueblo y después plantear soluciones a esas problemáticas que vivimos en nuestro día a día. No pretendo descalificar ideas distintas a las propias, sino plantear que justamente hacen falta ideas diferentes, repetir lo que dicen los políticos del viejo régimen sin comprender realmente lo que sufre el pueblo no es construir, apoyar ciegamente a líderes partidistas clasistas, corruptos e indiferentes a la gente, los empresarios y los miembros de su propio partido; tampoco puede abonar a construir un país mejor.
Nuestro México tiene aproximadamente 127 millones de habitantes, en ese sentido es imposible pensar que todos debemos estar de acuerdo en una sola postura, sin embargo, vamos a contrastar nuestras ideas sin sesgos ideológicos, conozcamos las necesidades de nuestra gente recorriendo nuestras comunidades, propongamos soluciones innovadoras reales pero sobre todo pensemos y hagamos las cosas diferente.
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