
¿PONTE LA CAMISETA?
Por Adrián Espinosa.
Esta semana estuve leyendo en Wikipedia sobre el concepto de institucionalización el cual refiere a cuando una persona recluida se termina por acostumbrar al ambiente que lo rodea (cárcel, hospital, centro psiquiátrico, etc) en lo que parece ser una variación del Síndrome de Estocolmo.
En mi investigación me encontré con que el pensador francés Michel Foucault, famoso por sus estudios sobre las relaciones de poder, aportó un interesante concepto denominado institución disciplinaria.
Las instituciones disciplinarias se caracterizan por la disciplina, la vigilancia, la búsqueda del orden y la utilización del castigo y la recompensa, con el pretexto de educar, reeducar, insertar, reinsertar, curar, rehabilitar o modificar conductas, pero su verdadera intención es homogeneizar las condiciones, los rasgos y las conductas particulares, alternativos o divergentes, definidos como disfuncionales o antisociales.
Es gracias a la revolución liberal y a la revolución industrial que estos métodos se establecieron como el status quo en diferentes esferas de nuestras vidas, de no haber sido por estos 2 eventos tal vez las cosas hubieran ido de forma diferente, tal vez no se hubiera visto semejante dimensión en escuelas católicas de México y del mundo.

Estos métodos de reprimenda y vigilancia están muy normalizados en muchos aspectos de nuestras vidas, incluso en el trabajo. Todos recordamos cuando los profesores examinaban minuciosamente nuestra vestimenta, tratando de encontrar el más mínimo desliz. Como mencioné, esto también se puede encontrar en los ambientes de trabajo, donde las empresas requieren a sus empleados vestir de cierta manera, el famoso dresscode.
Si bien en algunas industrias o áreas laborales es comprensible tener mayor rigidez en este asunto, tales como las áreas jurídicas o médicas, se debe tener siempre algún tipo de flexibilidad, si no se quiere caer en automatismos ridículos que destruyen el derecho a la libre expresión de la personalidad.
Es triste, por otro lado, ver como algunos empleados poco a poco se van ajustando a las necesidades de la empresa, poco a poco van adquiriendo rasgos de su personalidad y de su modo de ver las cosas, hasta convertirse en una extensión de la misma. De a poco se van poniendo del lado del empleador, obviamente no lo hacen de a gratis y siempre habrá alguna recompensa esperándoles del otro lado.
TE RECOMENDAMOS | MIGRAR ES UN DERECHO.
No hay otro estado de putrefacción moral más grande que cuando el empleado se pone del lado del empleador, olvidando que este último puede hacer lo que quiera con él/ella si así le place, llámese recorte de personal, reducción de costos, empeoramiento de las condiciones de trabajo, reducción de sueldos, etc.
Parece un concepto a la inversa de lo que Marx denominó “alienación” que es cuando el trabajador deja de sentir satisfacción por su propio trabajo, cuando se da cuenta que su trabajo es para el otro (capitalista) y se transforma en propiedad privada, además de enajenarse (venderse).
Sea este artículo un recordatorio de lo urgente que es en México establecer mejores condiciones laborales, eliminar patrañas laborales como el outsourcing, dar seguridad social a todos los trabajadores y en general mejorar las condiciones de vida de las personas.


