
¿Y AHORA QUÉ?
Por Ana Quintero.
Esta semana nos sacudió la mediatización del feminicidio de Luz Raquel Padilla, una mujer que fungía como cuidadora primaria de un niño 100% dependiente de cuidados, es decir, que tenía que ayudarlo a realizar o completar cualquier actividad de su vida cotidiana.
Luz Raquel pidió protección ante amenazas que había recibido en múltiples ocasiones, y que por cierto, estaban relacionadas con la condición de su hijo. Aunque en el momento en el que escribo esto hay un detenido por el feminicidio de Luz Raquel, nos queda el reclamo de todos los días, varias veces al día: esto nunca debió pasar.
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Tenemos la obligación de re-visitar y re-insistir que en México tenemos una crisis de cuidados que implica la feminización de la carga de cuidados, o sea que se espera que seamos las mujeres las que resolvamos las necesidades de cuidados en nuestro entorno; la precarización de quienes cuidan, porque dejamos de desarrollarnos en el mundo tradicional del trabajo para asumir las tareas de cuidados; y la condena social para las mujeres que eligen no cuidar. Todo esto sin que podamos liberarnos del rol.
¿Puede una madre liberarse de la carga de cuidados que viene con un hijo que es 100% dependiente? No en un país en el que millones de madres como Luz Raquel cuidan de sus hijos sin el menor apoyo profesional o económico por parte de las autoridades; o en el que se anuncia el cierre de hospitales psiquiátricos para hacer que las familias asuman los cuidados; menos en el que el mismo presidente llama a las mujeres madres, hijas y hermanas a cumplir con el mandato femenino de los cuidados bajo el chantaje emocional del amor.
La respuesta a mi pregunta previa será positiva cuando el Estado asuma su ausencia y garantice el derecho a dar y recibir cuidado desde la legislación y las políticas públicas. Porque entonces, viviremos en un país en el que las personas que cuidan no son mujeres en su mayoría, ni enfrentan precarización como consecuencia, ni ponen de por medio su calidad de vida, su salud mental y mucho menos su vida.
Mientras el Estado mete las manos en la crisis de cuidados, sin excusas, ni prejuicios, ni puntadas que se dicen en la mañanera y suenan toda la semana, nos vemos el próximo viernes.

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