
¿Más educación?
Por Adrián Espinosa.
Siempre que alguien pone sobre la mesa las razones por las que México no avanza como país, no faltan las voces que señalan que se debe a un rezago educativo, vociferando que: “es un asunto de educación” y que una vez que haya más de esta, las condiciones del país serán apropiadas para la prosperidad.
Pues bueno, no existe mayor falacia. No es lo mismo educación que educacionismo, que es una creencia a nivel internacional de que la educación es la respuesta a todos los problemas sociales, económicos y culturales de nuestra sociedad.
No sirve de nada aumentar las inversiones en educación si no se mejoran las condiciones materiales de la gente, las cuales, por cierto, son indispensables para por lo menos aspirar a una movilidad social en México (que es casi nula) además de que no existe una correlación entre el nivel educativo de la gente y su nivel de riqueza, es decir, no está comprobado que a mayor educación más rico eres; pero sí pasa al revés: a mayor riqueza, mayores niveles educativos puedes aspirar.
Incluso se han hecho estudios en países desarrollados como Estados Unidos, en los que se señala que las personas que terminaron la secundaria aumentaron de 25 % a 90 % desde 1970 y pese a ello, el poder adquisitivo de la clase media (donde se concentra gran parte de ese 90 %) se mantuvo estancado o incluso bajo.

Es interesante cómo está ideología ha logrado permear tanto en el pensamiento de la gente, pues las personas en situación de pobreza siempre están buscando satisfacer las necesidades básicas e indispensables, la planeación no tiene cabida cuando el hambre está presente y las decisiones a corto plazo están a la orden del día ya que es un ciclo vicioso interminable.
El educacionismo también ha marcado tendencia en el rubro de la discriminación: quienes tienen niveles educativos más altos suelen cargar prejuicios sesgados contra quienes reciben menos educación. Estos juicios suelen ser vistos en la forma en la que se corrige la pronunciación o la gramática; el sociólogo francés Pierre Bordieu lo llamó “el racismo de la inteligencia”
Hay investigaciones que señalan que el sistema educativo fue creado para mantener el status quo, pues los hijos de padres con alto nivel educativo acaparan las universidades, mientras que los menos favorecidos tienden a buscar cursos. La pobreza es naturalmente restrictiva, ya que la inmediatez se prioriza sobre la planeación o las inversiones a mediano o largo plazo.
El desgaste mental de las personas en desventaja social es tan grande que poco pueden hacer para continuar o terminar sus estudios, lo que incita a una inquietante deserción escolar. Da para pensar que en los entornos urbanos la inestabilidad escolar es constante, ni hablar de un entorno rural o marginado en la que los servicios y recursos básicos brillan por su ausencia.

El caso de México es más desesperanzador: la SEP es una institución corrupta e ineficaz. Que no se entienda este artículo como un mensaje contra la educación, quien escribe la considera fundamental, pero no para mejorar la calidad de vida de las personas. De hecho, según un estudio, la educación está vinculada a la longevidad y la expectativa de vida. El ejemplo del estudio es Cuba, un país muy pobre, pero con un sistema educativo solido, que logró aumentar la longevidad de su población.
Todo esto va de la mano con el mito de la meritocracia, que establece al mérito como la principal razón de éxito de las personas. Se dice que debes de estudiar para acceder a mejores oportunidades, ergo tendrás un mejor sueldo y mayores probabilidades de éxito. En el mundo actual, los ricos cada vez son más ricos, sus ingresos se han triplicado o cuatruplicado, mientras que los más pobres tienen su economía en estado precario.
Por eso el movimiento de Occupy Wall Street es tan importante: porque plantea la imperiosa necesidad de desafiar el fundamentalismo de mercado del 1 % más rico y el poder de sus empresas evasoras fiscales.
Los líderes de estas empresas, como es el caso de Jeff Bezos, Mark Suckerberg o Elon Musk, son vistos erróneamente como filántropos sociales que “dan empleo, generan competencia y mejoran la economía” cuando de lo que se debería de hablar son de sus practicas monopólicas, sus evasiones fiscales y sus injusticias sociales para con sus trabajadores. En el caso de Zuckerberg, se puede agregar el asunto de la privacidad, la vigilancia y el uso de los datos personales, véase Big Data en Google.
Una de las propuestas que el autor haría es que se invierta en las clases medias, acompañado de una eficaz redistribución de riqueza, impuestos a las grandes empresas, seguridad social fuerte(estatismo), Renta Básica Universal y una urgente reforma educativa.
