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Fusiles de paz.

Por Adrián Espinosa.

Se dice que no hay coincidencias en política, que todo acto corresponde a un interés, necesidad o acción. Bueno, esta semana el Instituto Municipal de Cultura de Culiacán dio de qué hablar, pues se le vio a su titular posar con lo que se nombró “una escopetarra”, un objeto que es una suerte de mezcla entre escopeta y guitarra creada por el artista colombiano César López.

El susodicho, en este caso Alonso Ramírez, publicó una foto en Instagram en la que se le ve posando con el instrumento y comentando que: “Este símbolo demuestra cómo un arma que una vez causó daño y dolor, también puede ser una herramienta para fomentar la paz.” Además, menciona en el post que el objeto ha recorrido países como Brasil, Colombia y que en este momento se encuentra en Culiacán para ser usada durante un concierto por la paz este Domingo 16 de Octubre.

Sin duda, esta acción política por parte del titular y del Instituto en sí, puede ser polarizante, pues se vio a gente (actores políticos locales, sobretodo) posicionandose a favor o en contra, la ciudadanía no está acostumbrada a ver acciones de este tipo, como sí lo está a la entrega de viveres, asistencialismo, discursos populistas o demagogia, corrupción, etc.

Dudo que haya sido la mejor estrategia política del funcionario público, pues le llovieron críticas en redes. Esta jugada es más que nada un asunto simbólico, sin fondo ni profundidad. El acto en sí, para los despistados, podría parecer revolucionario o trangresor, sin embargo, para el autor, no hace más que contribuir a la mediatización de imágenes relacionadas a la narco-cultura, es decir, agrupaciones musicales tendrán la tentación de apropiarse de un elemento así.

No sería la primera vez, pues en videos de corridos se les ve utilizando chalecos antibalas, pecheras, pasamontañas, etc. Además, se manda el típico mensaje populista de que “si un niño toca un instrumento nunca tocará un arma” cuando se sabe que son los contextos socioeconómicos y familiares los que influyen en ese tipo de situaciones, sin importar si la persona está familiarizada con la música o no.

Quedará para la libre interpretación de cada quien, en el caso de el IMCC creo que quedaron mal parados ante la opinión pública local; en el caso del artista César López, como bien señala en entrevista con Noroeste, el arte está hecho para incomodar, no para gustar, La Escopetarra, explica el artista, es un instrumento que nos recuerda el dolor que viven las sociedades que han sobrevivido a violencias.

Para nada el autor de esta columna quiere decir que ciertos objetos no puedan re-interpretarse ni sacarse de su contexto para fines artísticos o de reflexión, porque eso se ha hecho desde los Ready Mades de Duchamp y aún con artistas más contemporaneos como Gabriel Orozco, Abraham Cruzvillegas o Teresa Margolles.

Aquí el asunto que de verdad importa es que no quede en un acto simbólico, sin trascendencia y que no lleve a la acción concreta, pues en ese caso habrá sido pura palabrería. Siempre será positivo llamar a la conscientización sobre la violencia, en ese aspecto el funcionario lo ha estado haciendo bien en esta y otras ocasiones, pero lo primordial siempre será que las autoridades garantizen la seguridad a todos los ciudadanos.

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