alberto tinajero

La moralidad como arma.

Por Alberto Tinajero.

En aras de una competencia que está a semanas de dar inicio en el Estado de México, son claras las posturas que se confrontan, por un lado tenemos la prevalencia de los cacicazgos políticos que de lograr sus aspiraciones mantendrían a los mexiquenses en 100 años de lo mismo, por otro lado tenemos una corriente ideológica que gobierna nuestra país con el voto de millones y en cuyos principios prevalece el bienestar de los que menos tienen.

Dentro de esa competencia ideológica por el electorado mexiquense, ambas opciones hacen uso de la moral como un arma para descalificar la capacidad, honestidad o confianza de su adversario. En este sentido, ya son comunes los ataques mediáticos sobre temas de corrupción que ponen en duda la moralidad de los precandidatos.

Lo anterior, influye en el electorado provocando enojo, división y posicionando una idea sobre otra, lo preocupante es que a pensar de que muchos de estos ataques se realizan en medios, no hay acciones que responsabilicen o aclaren las mismas, en muchos de los casos son ejemplos claros que trascienden la simple difamación, debido a que cuentan con evidencias suficientes para ejercer acciones penales y aún así no sucede nada.

Pienso que podemos coincidir en que cada elección nos proporciona la oportunidad de renovarnos, de buscar un rumbo distinto. Sin embargo, para lograr lo anterior es necesario no dejarnos influenciar por falsas retóricas de superioridad  y comenzar a exigir que nuestros gobernantes sean hombres o mujeres de principios.

La moral es una virtud que sustenta nuestros valores para conducirnos día a día, por éste motivo, normalizar que nuestros líderes se autoproclamen moralmente superiores aún cuando tienen señalamientos claros que indican lo contrario y no exigir como pueblo que sean los mejores los que nos gobiernen, nos convierte en cómplices del problema.

A unas semanas de la batalla maestra por uno de los estados con el mayor número de electores y el segundo lugar en aportación al PIB nacional, seremos testigos de difamaciones, descalificaciones o acusaciones entre partidos, entre precandidatos y posteriormente candidatos. No permitamos que  el juego entre quienes se digan moralmente superiores nos haga olvidar nuestras necesidades, pues quien gobierne no solamente deberá tener la capacidad de resolver, así como de construir un proyecto favorable para los mexiquenses, sino que también deberá contar con los principios probados para liderar nuestro estado.

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