Democracia moribunda.

Por Stephany Acuña.

El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombresPlatón.

                                  Los que hoy se encuentran disfrutando de las mieles del poder y que a su vez se ostentan como portadores de la “verdad absoluta” no tienen manera congruente de minimizar la gran movilización que se suscitó el día ayer alrededor de toda la República Mexicana, en la que miles de CIUDADANOS salieron a manifestar su rechazo e indignación a la reciente aprobación de lo que en el argot político hemos denominado el “Plan B” de la reforma electoral; y digo CIUDADANOS y no acarreados porque seamos sinceros, nuestra oposición rancia no tiene el poder de convencimiento, el dinero y la estructura que se requieren para aglutinar a la cantidad de gente que asistió en pleno domingo a protestar.

La movilización de ayer pone de manifiesto que cuando se pone en riesgo el andamiaje legal que permite que los mexicanos ejerzamos efectivamente nuestros derechos político-electorales no puede haber espacio para la indiferencia.

La gente no salió a las calles a expresar su desaprobación hacia la figura del presidente y su partido, sino que buscaba manifestar el repudio que le produce el hecho de que las reformas aprobadas en fast track por el oficialismo pongan en riesgo la posibilidad de vivir en un México en el que cualquier persona que se postule a un cargo público tenga la certeza de que la preparación, organización y realización de las elecciones se realizará de manera imparcial.

Si bien es cierto la narrativa que se ha venido manejando desde Palacio Nacional para justificar el porqué de estas reformas es que “el Instituto Nacional Electoral es ineficiente, costoso y sus integrantes unos corruptos”, no menos cierto es que el verdadero motivo por el cual gobierno en turno se empeñó en modificar –de manera inconstitucional– las reglas del juego electoral es tener en los comicios del próximo año una ventaja competitiva sobre sus contrincantes.

Constantemente me pregunto: ¿Qué habrían dicho y hecho el Presidente y sus simpatizantes si en épocas de Calderón o Peña se hubiera planteado la posibilidad de reformar la Constitución a efecto de debilitar autonomía y profesionalización de los Institutos Electorales? ¿O si a través del presupuesto se hubiera buscado estrangular económicamente al INE para volverlo inoperante? … ya tuviéramos paralizado a medio país.

La última esperanza para frenar el retroceso democrático que el “Plan B” representa para nuestra joven e incipiente democracia se encuentra depositada en manos de los 11 Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ocho son los votos que se requieren para declarar inconstitucional la muerte del INE y la verdad me parece irónico pensar que alguien que ha plagiado dos tesis y, que además ha tenido el descaro de defender con cinismo su plagio, con su voto tenga la capacidad necesaria para acabar con la democracia de mi país.

Nos vemos el próximo lunes sin falta, ahora si se los prometo jiji.

PD: Yo no soy partidaria de que el “INE no se toca”, en virtud de que toda institución es perfectible. Los inconvenientes de las reformas aprobadas-además de lo expuesto en esta columna- es que no resuelven los grandes problemas de nuestro sistema electoral: desvío de recursos y dinero ilícito en campañas políticas, violencia en contra de candidatos, uso político de los programas sociales.