En un mar oscuro.

Por Adrián Espinosa.

Últimamente ya casi no voy al cine. Hasta cierto punto creo que es una decisión voluntaria y de igual forma una decisión involuntaria al mismo tiempo, ya que los estimulos externos de ese tipo de espacios cerrados donde el sonido y las sensaciones se maximizan suelen tener un efecto negativo en mi de por si arraigada hipersensibilidad. Asuntos que para otros deberían pasar de largo, como la acción de una mordida, un susurro, una sorbida o un grito, me ponen en un estado de incomodidad bastante desagradable. Esto tiene nombre, se llama Misofonía: el rechazo o aversión a los sonidos cotidianos, incluso existe una tabla que mide qué tanto te domina esta afectación. Consulte usted Wikipedia.

El caso es que decidí ir a ver ‘The Whale’ con mi papá. La nueva película de Darren Aronofsky (Requiem for a Dream, Mother!), protagonizada por el ex baneado Brendan Fraser (quien merece el Oscar por su actuación), la estrella de Stranger Things Sadie Sink, Ty Sympkyns y Hung Chao. Resultó una experiencia muy desagradable, relataré por qué: el individuo de atrás estuvo “prediciendo” lo más predecible posible toda la película, los de la fila de abajo estuvieron risa y risa casi toda la proyección.

Resulta muy desagradable que el público se carcajeé todo el tiempo en una película que sí, sí, tiene ALGUNOS toques cómicos, pero que es 100 % dramática y toca fibras tan sensibles. No sé, tal vez yo no entendí los chistes, pero me pareció muy burdo.. ojo que esto no es exclusivo de los cines de Culiacán; también lo he presenciado en recintos que, por su historia y nicho de mercado, deberían demandar un comportamiento “a la altura”.. en este caso me refiero a la Cineteca Nacional en CDMX.

Dejando este tema de lado, la película es maravillosa. Un atinado y frío retrato de lo que es vivir con una enfermedad tan grave como lo es la obesidad morbida. La crítica cinematográfica afirma que es una de las mejores actuaciones de Brendan Fraser después de su involuntario retiro del cine tras haber sido puesto en una lista negra por un personaje influyente de Hollywood que no le gustó mucho que Brendan lo acusara de comportamiento sexual inapropiado. El protagonista de La Momia recibió una ovación de 12 minutos durante el Festival de Cine de Venecia, donde se le vio muy conmovido. Es extraño ver a Fraser en este tipo de papel serio o dramático, porque el público estaba acostumbrado a sus comedias o películas de entretenimiento como Al Diablo con el Diablo o George de la Selva.

The Whale es un acercamiento crudo y visceral no solamente al tema de la obesidad morbida, también al de la depresión. Charlie, el personaje que BF encarna, es un profesor de escritura creativa que busca redención durante los últimos días de su vida, particularmente en la figura de su hija que abandonó a temprana edad. Charlie tiene poco por qué vivir y le queda poco tiempo de vida, ya que se rehusa a ir al hospital, aceptando su destino. Se dice que la película es cruda porque no escatima en mostrar los efectos de la perdida de control y equilibrio que una persona puede sufrir en determinado momento: Charlie sucumbe, por momentos, a su adicción. Lo vemos, SPOILER, cuando intenta suicidarse por comer demasiado: pasa del sandwich con papas desbordadas y mermelada de uva, a la pizza con extra aderezo, etc. Son estos momentos los que de verdad sacuden al expectador.

Ese es el buen cine, el que sacude y mueve el alma. Para eso sirve el arte, para mostrar al ser humano tanto en sus mejores como en sus peores facetas.. y The Whale lo logra muy bien, es una película que transmite, a cada rato transmite sensaciones de todo tipo con el pasar de las escenas, sacude, incomoda, disrupte. Por ahí leí, sorpresa, en Twitter, como una usuaria criticaba la película por “promover al gordofobia” y “reforzar estigmas”.. no me queda de otra más que discrepar. Claro, el cine siempre va a ser interpretado de formas diferentes, respeto su punto de vista, pero yo no aprecié eso que menciona. Lo que sí podría decir es que el cine no tiene por qué ser políticamente correcto para quedar bien con causas ideologicas de izquierda o de derecha.

Charlie es un ser humano casi inmaculado, con personalidad de santo, que necesita de Moby Dick de Herman Melville (la película toma el nombre de esta novela de 1851) para sentirse mejor, siempre ve la bondad en los demás, incluso en su iracunda hija que no escatima en odiar y restregarle en la cara sus fallas como padre ausente. Debo admitir que Charlie transmite, irónicamente, desesperanza y esperanza al mismo tiempo. Desesperanza por su situación actual, que es definitiva y letal. Esperanza por sus palabras, por sus diálogos, por todo lo que dice durante la película. “A la mierda estos ensayos, escriban algo honesto” les envía a sus alumnos en un momento de descontrol emocional. Durante toda la película, Charlie abraza el papel de “voy a sentir absolutamente todo, sea bueno o malo” y esa misma filosofía les trata de transmitir a sus alumnos al escribir: escriban lo que sea, pero que sea sincero. Gran filosofía para afrontar el asunto creativo y la vida misma.

Salí de la sala de cine con una sensación ambivalente, después de presenciar un final espectacularmente emocional y tan precisamente logrado que me dejó casi en lagrimas, a pesar de haber sido bombardeado con estimulos emocionales por más de hora y media. Si bien la salida fácil y la frase hecha de mucha gente sería decir que The Whale es deprimente, yo diría que salí renovado y esperanzado de esa sala de cine después de ver actuaciones tan sinceras que tocan las fibras más sensibles de la experiencia humana. Salí siendo más humano que cuando entré. Salí nadando del mar óscuro, justo como Charlie.