Inflación, empleos y salarios.

Por Juan B. Ordorica.

El incremento de precios en México acumula tres quincenas consecutivas; si bien, las estadísticas son marginales, lo que preocupa es la tendencia. Los reportes del INEGI muestran una pequeña caída en los precios de productos de la canasta básica; sin embargo, lo que está empujando la curva creciente se encuentra en el sector de los servicios.  De acuerdo a declaraciones del vicegobernador del Banco de México, Jonathan Heat, las cargas laborales son los principales sospechosos de tener una inflación por encima de lo esperado.

Tenemos que recordar que el gobierno incrementó los salarios mínimos.

Los incrementos salariales por decreto son buenos para el imaginario. Se crea la falsa sensación que el gobierno está haciendo algo por apoyar a la gente; por desgracia, la realidad termina golpeando en la cara a los políticos que buscan reinventar las teorías económicas. Algunos economistas sugieren que el incremento al salario mínimo es simple propaganda, pues al ser tan pocos los trabajadores que realmente trabajan por un salario mínimo (muchos están registrados como tal, pero en la realidad reciben más salario), los académicos sostienen que el incremento salarial no influye directamente en las presiones inflacionarias. Sin embargo, los incrementos al salario mínimo si impactan directamente en las prestaciones de los y las trabajadores lo que termina influyendo en los registros de inflación. Aumentar el salario es bueno, pero hacerlo sin estar aparejado del aumento en la productividad terminará por diluir cualquier intento de mejorar las condiciones laborales.

Por otro lado, en el 2023 entrará en vigor la ley de vacaciones justas (una gran idea), pero en el corto plazo, las empresas buscarán equilibrar sus gastos a través de un incremento de precios. La economía se debe de analizar en tres momentos: corto, mediano y largo plazo. El tema de las vacaciones nos afectará de manera positiva en el mediano y largo plazo, pero debemos esperar ajustes en el corto plazo. No podemos esperar una transición sin tumbos. Aumento en los costos laborales en un primer momento es el costo que debemos pagar por ejecutar una política laboral más justa.

Es verdad que la mitad de los países del mundo están viviendo procesos inflacionarios al alza. No es un fenómeno exclusivo de México; sin embargo, los problemas que tienen Europa o Asia no son parecidos a los nuestros. No podeos compararnos ni siquiera con los países de América Latina. Nuestro punto de comparación debe de ser Estados Unidos y Canadá. Nuestra cadena de suministros es parecida. Esos países (miembros del TMEC) mantienen elevadas sus inflaciones, pero en ambos casos, las tendencias están a la baja. Los dos socios comerciales ya tienen números inferiores a los nuestros. Eso es de preocupar.

El gobierno intenta mantener los precios bajos. Ha presentado un par de planes para contener los aumentos. Por desgracia, los planes presentados son un compendio de buenos deseos. Están muy lejos de ser herramientas técnicas eficientes en los equilibrios del mercado. Los políticos desprecian a la economía porque reducen ciertas decisiones a contextos ideológicos. Algunas decisiones pragmáticas terminan siendo ignoradas por cargas ideológicas. Eso es lo que estamos viviendo en México. Hay muy pocas recetas probadas de manera reiterada para combatir la inflación. El gobierno no quiere aplicar esas rectas por meras cuestiones políticas; si embargo, es de aplauidr el respeto a la autonomía del Banco de México. No han caído en la tentación de influir en las políticas del barco central: eso siempre será una acción digna de reconocer para cualquier gobierno.

Las decisiones que este gobierno se niega a tomar es apoyar la productividad y competitividad de las empresas. De nada sirve aumentar los salarios sin una política pública que impulse a las empresas. Existen nulos programas de apoyos fiscales para incentivar la innovación, productividad o competitividad. El gobierno insiste en impulsar modelos mixtos de economía. Insiste en participar en sectores de la economía como un jugador preponderante. El gobierno tendría que ser un árbitro fuerte… muy fuerte, pero no jugador y juez al mismo tiempo. Esto hace que la inversión privada se mantenga con cautela. Hay aumento en la creación de empleo (todos los gobiernos tienen récords en creación de empleo) , pero esto tiene que ver más con el aumento inercial de la población que por políticas públicas exitosas. México tendría que generar 1.2 millones de empleos al año para poder crecer a ritmos superiores al 4%; por desgracia solo hemos creado cerca del millón de empleos en 4 años (tenemos un déficit real de más de tres millones de empleos acumulados).

Sin caer en el alarmismo, la economía mexicana se mantiene en la medianía. Ciertas medidas de políticas publicas permiten mantener estabilidad a cambio de crecimientos inerciales. Vivimos en la mediocridad por cuestiones ideológicas. Los gobiernos funcionan mejor cuando no son un estorbo, Pocas veces los políticos son agentes de éxito económico, pero si son un freno. La mejor política publica o gobierno es aquel que no se convierte en un estorbo para el desarrollo. Por desgracia, tenemos muchos políticos y políticas con iniciativas inútiles. No se trata de inventar el agua tibia… con dejar correr el agua es suficiente.

Se espera que la inflación se pueda controlar para el segundo semestre del año (junio- julio). Esperemos que Banco de México y gobierno federal tengan la certeza y la fortuna de acertar en sus predicciones.

¿Usted qué opina amable lector? ¿Cuáles cree sean las causas de la inflación? ¿Qué haría para detener el aumento de precios?

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