
Justificadamente non grato
Por Victor Manuel Arredondo Vizcarra
Esta semana trascendió que nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador fue declarado como persona non grata en Perú por sus señalamientos en contra del gobierno de Dina Boluarte y apoyar a Pedro Castillo, por lo que el congreso peruano lo acusó de injerencista, procediendo con la sanción diplomática. Esto ha llamado la atención por ser la primera vez en muchos años que un político mexicano en funciones sea sancionado de esta forma, ya que nuestro país se ha caracterizado por ser neutral y amistoso con los demás.
A partir de la institucionalización de nuestra política exterior en tiempos post revolución, la política exterior mexicana se ha caracterizado por ser neutral, anti intervencionista y de cooperación, pero durante este sexenio esta política no ha sido coherente: se puede intervenir cuando afectan a personas afines al presidente pero ningún país puede intervenir a nosotros; por ejemplo, AMLO puede llamar a la comunidad mexicana en Estados Unidos a no votar por los republicanos o descalificar el gobierno interino peruano por golpista, pero si ellos intentan cuestionar nuestra política interna es un acto de intervención y debe ser condenado y repudiado. En fin la hipotenusa.

Antes de continuar me permito explicar la razón del porque nuestro país tiene institucionalizada su postura de no intervención. Esta tiene sustento mediante la doctrina Estrada, el cual dice que deben respetarse la autodeterminación de los pueblos y no intervención en asuntos internos, de forma que al reconocer la soberanía de un país, esta no depende del reconocimiento de su gobierno. Esta doctrina fue instaurada por el diplomático (y en su momento canciller) mexicano Genaro Estrada en 1930 con dos objetivos:
1) Romper con el paradigma presente de que un país sea o no reconocido a nivel internacional a causa del gobierno que lo encabeza, y
2) Blindar a México de ataques diplomáticos y políticos del exterior, al declararse neutral y ser partidario de la libre determinación de cada nación.
Con base en esta doctrina que está plasmada en nuestra Constitución, México no ha podido sustentar como se debe sus acusaciones de golpe de Estado en Perú a nivel internacional, haciendo que sea un 1 vs 1 contra el gobierno peruano, duelo en el que diplomáticamente salimos perdiendo.
Yo particularmente, soy partidario de que México puede ser más activo en cuestiones diplomáticas, pero respetando la autonomía y determinación de cada país, como lo marcan nuestras directrices. En ese sentido, considero que el presidente se ha ganado a pulso que lo hayan declarado persona non grata en Perú.
En el debido caso de que el país desee justificarse con sus declaraciones en Perú, deberá romper con la Doctrina Estrada, pero esto no es conveniente debido a que políticamente no somos un país que pueda imponerse a otros, y por lo mismo estaríamos expuestos a más ataques e injerencias en nuestra contra qué oportunidades de intervenir a nuestro favor. Si bien los tiempos cambian, no veo necesidad de cambiar esta postura cuando no estamos en posición y condiciones de hacerlo.
Para cerrar con esta columna, es entendible que se quiera apoyar a gobiernos encabezados por ideas que simpaticen con la 4T, sin embargo, está debe hacerse bajo los lineamientos que nos da nuestra política exterior y nuestra constitución. El no respetarlas no solo nos deja vulnerables a ataques desde el exterior y descalificación de nuestro país, también pone en evidencia que al gobierno de López Obrador no le importa respetar las reglas, reafirmando que es alguien que no le importa transgredir la ley cuando no le beneficia. Hay que saber cuándo respetar las reglas y cuando no, y creo que en esta ocasión no es prudente romperlas.