
La decisión.
El final del sexenio se acerca, el tablero está listo y los jugadores se están develando, en un escenario un tanto turbio bajo un velo de rechazo a la ley y a los valores democráticos. Decía Napoleón que, “el mundo sufre mucho no sólo a causa de la violencia de las personas malas. También por el silencio de la gente buena”, ser cómplice y ser omiso causa efectos igualmente terribles.
México, lo tienes todo, lo vales todo, no mereces impunidad, mucho menos corrupción, cada día te miro con la esperanza de un presente mejor y un futuro prometedor, pues a pesar de las circunstancias, no te rindes, veo tus firmes convicciones en cada persona que decide tomar el camino correcto, que trabaja y dedica su tiempo al bienestar de su familia y su pueblo, con la voluntad de avanzar y progresar.
No podemos seguir moviéndonos por miedo o por interés individual, ser equipo es necesario para construir mejores opciones y posibilidades, nada es más difícil y por tanto más preciado que el poder decidir siglos atrás esto era improbable, vivíamos bajo el yugo de decisiones autoritarias que incluso invocaban tener un carácter divino, hoy es distinto aunque poco valorado, entender que nuestro derecho a decidir es determinante para el rumbo nacional, y que si depende de nosotros otorgar ese espacio a tal o cual.

Estamos cada vez más cerca de la elección más importante del país, no podemos permitir que sea una imposición, una decisión motivada por el conformismo y la apatía, convencidos por absurdos e insensateces, pues solo la solidaridad entre las y los mexicanos nos sacará avante.
Reconozcamos nuestro valor, y no le pongamos un precio tan bajo a nuestra dignidad colectiva, dejemos de actuar como enemigos, al final del día el bien o el mal recaerá sobre todos, pues quienes empuñan la espada somos nosotros mismos.
